Una invitación a la autenticidad interior
No vivir de apariencias, menudo reto ¿verdad? Quizás a todos nos cuesta un poco ser libres en este terreno.
El Evangelio de hoy tiene algo que decirnos al respecto. (Mateo 6,1-6.16-18)
Os dejo un comentario que nos puede ayudar.
a) Jesús exige a los suyos autenticidad. Que no practiquen el bien «delante de los hombres para ser vistos por ellos», sino por la recompensa que nos viene de Dios, que es quien nos ve y conoce nuestros méritos e intenciones.
Esto lo concreta en tres direcciones que abarcan toda nuestra vida: en relación con Dios (la oración), en relación con los demás (la caridad) y en relación a nosotros mismos (el ayuno).
En los tres aspectos es igual la dinámica:
- cuando hacemos limosna, no lo debemos hacer para que todos se enteren: Dios nos ve y nos premiará;
- cuando rezamos, no es para que todos se den cuenta de lo piadosos que somos, sino para tener un encuentro con Dios;
- cuando ayunamos, no buscamos el aplauso y la admiración de los demás, sino que lo hacemos por amor a Dios.
Cada vez, Jesús pone unas comparaciones que pueden parecer paradójicas si se toman al pie de la letra, pero que indican muy bien su invitación a una autenticidad interior:
- cuando hacemos limosna, «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha»,
- cuando oramos, «entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre»,
- cuando ayunamos, «perfúmate la cabeza y lávate la cara».
b) Es un programa muy serio de vida cristiana. Este evangelio lo leemos también al inicio de la Cuaresma, el miércoles de ceniza. Nos indica el estilo de nuestro seguimiento de Jesús. No se trata de no hacer limosna ni oración comunitaria ni ayuno. Sino de no buscar, en todo ello, las apariencias y la ostentación.
Si actuamos así, no buscando por hipocresía el aplauso de los demás (como los fariseos), sino tratando de agradar a Dios con sencillez y humildad, lo tendremos todo: Dios nos premiará, los demás nos apreciarán porque no nos damos importancia y nosotros mismos gozaremos de mayor armonía y paz interior.
Lo que cuenta en nuestra vida no es la opinión que los demás puedan tener de nosotros, sino lo que piensa Dios, que nos ve por dentro. Se repite para nosotros la afirmación de Jesús: «y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará». (Aldazábal)
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