Una historia sobradamente conocida
Un letrado hace una pregunta a Jesús : "¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?".
Jesús, en un primer momento, le remite a las palabras que los judíos repetían cada día: amar a Dios y amar al prójimo como a ti mismo (cf. Deuteronomio 6,5 y Levítico 19,18). Hace que el letrado llegue por su cuenta al mandamiento del amor.
Pero ante la siguiente pregunta, Jesús, concreta quién es el prójimo.
Ya conocemos la parábola, ¿con quién nos identificamos? ¿Con los que pasan de largo? ¿Con quien se detiene a ayudar a quien le necesita?
Quizás pueda parecernos más cómodo hacer como que no hemos visto, todos tenemos infinidad de tareas por hacer, la agenda completa, como el sacerdote, como el levita, pero también el samaritano... Y se detuvo, porque sabía, en su corazón lleno de amor , qué era lo más importante.
Jesús fue el buen samaritano por excelencia. Nunca pasó de largo ante una necesidad. Hoy lo sigue siendo y nos invita, como lo hizo aquel día con el letrado "anda, haz tú lo mismo ".
Que María nos ayude en este día a estar atentos a las necesidades que podamos aliviar hoy, esa mano amiga tendida, ese tiempo de escucha regalado sin prisas...
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