Adviento, tiempo de cambio

Ya en la primera lectura el profeta se muestra triste ante la rebeldía de un pueblo que no había querido obedecer a Dios. Y así le fue.

Tampoco hicieron caso al Bautista muchos de sus contemporáneos. En el evangelio, Jesús se lamenta con la comparación de los juegos y la música en la plaza. 

¿Cuál será mi "excusa" si no me decido a entrar en el Adviento y a vivir la Navidad?

Quizá pueda verme reflejada hoy en las clases dirigentes de Israel, al no aceptar a Juan ni a Jesús: terquedad, obstinación y seguramente también infantilismo e inmadurez.

O quizá en esa especie de insatisfacción crónica, que se refugia en su crítica, que ve sólo lo malo en la historia y en las personas.

Nos cuesta comprometernos, es verdad, pero preguntemonos: ¿Cuántos Advientos hemos vivido ya? ¿De veras acogemos al Señor que viene?

Cada año se nos invita a una opción: dejar entrar a Dios en nuestra vida, con todas las consecuencias.

Probemos este año no sólo a canta el «ven, Señor Jesús», sino a  decirlo con sinceridad. Dejarle entrar en nuestra vida la irá transformando por completo.

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