Animaos los unos a los otros

La lectura de hoy nos invita a no caer en el desánimo, el cansancio, la dureza de corazón. Es lo que les pasó a los israelitas durante su paso por el desierto.

Olvidaron de lo que Dios había hecho por ellos, «endurecieron sus corazones»,  «desertaron del Dios vivo», murmurando de él y añorando la vida de Egipto.

Tampoco nosotros estamos exentos de la tentación del desánimo. Se nos pide hoy no endurecer el corazón y escuchar la voz de Dios que siempre es fiel.

La dificultad siempre estará ahí, nuestro estilo de vida se puede ver cuestionado por la rutina o por otras formas, en apariencia más fáciles, de vivir nuestra fe.

Por eso nos viene bien la invitación de hoy: oíd su voz, permaneced firmes, mantened «el temple primitivo de vuestra fe». Nadie está asegurado contra la tentación.

Hay que seguir luchando y manteniendo una sana tensión en la vida. Contamos con la ayuda de Jesús y con otra fuente importante de fortaleza: «Animaos los unos a los otros». El ejemplo y la palabra amiga de los demás nos  dan fuerza para seguir.

Pidamos al Señor que nuestras palabras sean de ánimo y puedan ayudar a los demás en el mantenimiento de su fe.

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