Un pozo excavado en tu corazón
El método preferido de Jesús es excavar en el corazón del hombre, hacerle tomar conciencia de su necesidad más radical, revelarle sus posibilidades.
Antes de calmar la sed más verdadera, la provoca.
No se limita a respondernos sino que intenta hacernos crecer, llevándonos más allá de nuestras esperanzas.
Jesús hace su propuesta, revela la belleza de su don; luego señala los obstáculos que impiden su acogida.
ente.
Una alusión a la situación matrimonial de la mujer, la hace consciente de su estado de "dispersión ". .
Vivimos de hábitos, bajo los ojos, los juicios y las condenaciones de los demás.
El horizonte acostumbrado. Las preocupaciones de siempre. Los gestos repetitivos de cada día. Como los de la mujer. Lo cotidiano se vuelve insoportable, cuando no va atravesado por una luz.
Luego, alguien te mira con otros ojos; una mirada que revela una luz intensa, un secreto fascinante.
Te revela a ti mismo. Te revela lo mejor de ti mismo, eso «mejor» que ni siquiera tú conoces, acostumbrado como estás a explorar lo peor.
Un diálogo bajo el signo de la ternura, de la comprensión, de la paciencia. Un diálogo que es encuentro.
El pozo que Cristo excava dentro de cada uno de nosotros no está destinado a permanecer vacío.
Se llena de su amor, gracias a la acción incesante del Espíritu.
Y nos vemos colmados por encima de toda medida y espera.
Un amor «probado». La conciencia de ser amados por Dios, aunque pecadores, nos procura una gran serenidad y nos brinda el coraje indispensable para afrontar las dificultades de la vida.
La esperanza «que no engaña. Incluso en la oscuridad y en la prueba, podemos vislumbrar nuestro futuro como un «futuro de amor».
Dejemos al Señor excavar en nuestro corazón.
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