Un viaje de ida y vuelta

La mirada fija de un mendigo que espera algo detiene a Pedro y a Juan. La mirada de Pedro, el contacto de la mano, las palabras que le dirige: «en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar», y la curación del buen hombre hasta seguirles dando brincos al Templo, ante la admiración de la gente, es la escena que nos presenta Lucas en la primera lectura de hoy.
El Resucitado está presente, actuando a través de su comunidad.
Lucas, ahora en su evangelio,  describe el «viaje de ida y vuelta» de dos discípulos desde la comunidad a su aldea y ésta de nuevo a la comunidad, desde Jerusalén a Emaús y desde Emaús a Jerusalén.
El viaje de ida es triste con sentimientos de derrota y desilusión: «nosotros esperábamos...». No reconocen al caminante que se les une.
El viaje de vuelta es exactamente lo contrario: corren llenos de alegría, los ojos abiertos ahora a la inteligencia de las Escrituras, impacientes por anunciar su experiencia a la comunidad.
En medio ha sucedido algo que cambiará sus vidas para siempre. Jesús les ha salido al encuentro, les deja hablar exponiendo sus dudas, les explica las Escrituras sobre cómo el Mesías había de pasar por la muerte para cumplir su misión, y finalmente le reconocen en la fracción del pan, aunque luego recuerdan que ya ardía su corazón cuando les explicaba las Escrituras.
Jesús seguirá presente a las siguientes generaciones en los tres momentos que viven los de Emaús,  en la fracción del pan, en la proclamación de su Palabra y en la Comunidad.
Muchas veces experimentamos en la vida, como los dos de Emaús, momentos de desencanto y frustración.  El camino de Emaús puede ser muchas veces nuestro camino. Cuántas veces nuestra oración podría ser: «quédate con nosotros, que se está haciendo de noche y se oscurece mi vida».
La Pascua es salvación y vida,  sobre todo para quienes viven situaciones como la del paralítico del templo o los discípulos desanimados de Emaús.
Ayudemos a otros a tener esa experiencia de encuentro con el Resucitado. En la Eucaristía compartida. En la Palabra escuchada. En la comunidad que apoya y da testimonio. Y la presencia del Señor curará.

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