En dirección contraria
La vida de profeta no es precisamente fácil. Moisés y Jeremías se resistieron al principio a cumplir el encargo de Dios, poniendo excusas. El gran Elías huyó al desierto, temiendo la ira de la reina y caminó hasta el monte Horeb. Jonás, es un caso peculiar, toma un barco en dirección contraria a Nínive, que es donde le había mandado Dios.
Aunque el libro de Jonás no es histórico, no deja de sorprenderme que el único personaje judío que aparece sea el que se resiste a Dios. Los paganos ninivitas se convierten fácilmente. Es toda una lección.
Cada uno de nosotros tiene su misión propia: ser testigo de Dios en este mundo. Si yo fallo ¿quién hará ese trabajo? Se quedará por hacer, y habrá personas que por mi culpa no se enterarán del plan salvador de Dios, no conocerán su amor ni su misericordia.
La misión no es fácil, (¡tal como está el mundo! dicen muchos) porque el mensaje del evangelio es exigente. Y, como a Jonás, muchas veces pueden entrarnos ganas de salir corriendo en dirección contraria, pero pensemos en Jesús, a Él también le costó, pero la obediencia y la fidelidad a su Padre fue más fuerte.
Pensemos hoy si nos estamos haciendo los sordos a alguna llamada del Señor, o si nos estamos acobardando ante ese apostolado difícil que nos han encomendado, o en qué barco buscamos refugio para huir de la voz de Dios.
Pidamos al Señor ser capaces de trabajar con generosidad en la misión evangelizadora.
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