Entre la concreción y el misterio



En la era del sentimentalismo, el Evangelio de hoy parece que quiere sacudirnos un poco. No pocas veces cuando escuchamos la palabra "vocación" nos viene a la mente un montón de personas que a lo largo de nuestra vida nos han contado lo que han "sentido" en su específica llamada y respuesta al Señor.


Quizá me equivoco, pero creo que tanto la primera lectura como el Evangelio pretenden situarnos una vez más en las acciones, que en las palabras: "tu siervo escucha" "lo siguieron".


No digo que no haya que contar experiencias personales, pero sí creo que estas serían más creíbles si se consiguiera ser capaz de quitarse uno mismo del centro y recordar que el personaje principal de todo relato vocacional es Dios, sólo Él es el protagonista, y nuestro seguimiento se moverá siempre entre la concreción y el misterio.


Muchas veces oigo quejas de la falta de jóvenes en nuestras comunidades, a veces me pregunto si cumplimos nuestra tarea de ser como Elí. Si estamos presentes sin invadir terreno. Si permitimos que el Señor hable al corazón de cada uno, sin creernos siempre intermediarios. Si de verdad los preparamos y acompañamos para responder, no solo a la primera llamada, sino a todas las que el Señor les dirige continuamente.


Porque el "sentimentalismo", el "subidón", la "emotividad", esa fase inicial, tarde o temprano se encuentra con la realidad y aquí entra en juego otra acción que entendieron bien los discípulos "permanecieron con Él".


Pidamos al Señor la gracia de permanecer junto a Él, cuando los "focos" se apagan, cuando no nos gusta o no entendemos lo que gira "en torno a Él y a lo suyo", cuando soplan vientos de inconstancia.

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