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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Un amor que no conoce límites

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En Navidad, la palabra de Dios resuena con fuerza en el silencio.    En el misterio de la encarnación admiramos el lento y conmovedor acostumbrarse de Dios a ser hombre entre los hombres y mujeres de este mundo. Él está con nosotros, contigo, conmigo.  En estos días todo nos habla de luz, de amor, de pararnos por un momento a preguntarnos por dónde va nuestra vida. Vivir en la luz, en el amor, con un horizonte claro, como hizo Jesús, pasa por dejar que  el amor de Dios fluya a través de mi vida e irradie a mi alrededor para que alcance a todas las personas que se cruzan en mi camino y más allá, porque el amor no conoce de límites. 

El llanto de Raquel

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En el llanto de Raquel podemos reconocer el grito de tantas víctimas inocentes en nuestro mundo de hoy. Quizá hasta podríamos preguntarnos si sigue valiendo la pena confiar en Dios y en la humanidad en un mundo donde los más vulnerables, los niños, siguen sufriendo tanto en tantos sitios. Niños inocentes que pagan en su carne las injusticias de los adultos... incontables... innombrables... De nuevo el Evangelio plantea una paradoja en nuestra vida, al menos a mí me lo sugiere. Herodes que pretende eliminar la vida al sentirse amenazado y, José, que cuida y protege. Una sutil línea a veces, aferrarnos a lo que hemos conquistado sin importar quien sufra a nuestro lado o cuidar, como don, aquello que nos ha sido confiado.  Y no sé si soy muy atrevida, pero creo, que en el grito de Raquel se escucha el grito de dolor del mismo Dios, que sufre con cada inocente y que clama para que, a ejemplo de José trabajemos humildemente al lado de los que sufren y cuidemos como podamos la v...

La vida se hizo visible

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Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó.(1Jn 1)