Un amor que no conoce límites

En Navidad, la palabra de Dios resuena con fuerza en el silencio. En el misterio de la encarnación admiramos el lento y conmovedor acostumbrarse de Dios a ser hombre entre los hombres y mujeres de este mundo. Él está con nosotros, contigo, conmigo. En estos días todo nos habla de luz, de amor, de pararnos por un momento a preguntarnos por dónde va nuestra vida. Vivir en la luz, en el amor, con un horizonte claro, como hizo Jesús, pasa por dejar que el amor de Dios fluya a través de mi vida e irradie a mi alrededor para que alcance a todas las personas que se cruzan en mi camino y más allá, porque el amor no conoce de límites.