Esperar lo inesperado
Comenzamos el tiempo de Adviento y me detengo hoy en las palabras de Jesús: «Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán».
No deja de resultar chocante que el acontecimiento final de cada uno suceda en la actividad ordinaria. Y, otro punto, el hecho de ser llevado o dejado por el Señor cuando las dos personas hacen aparentemente lo mismo, me habla de ese Dios que ve el corazón; y me hace preguntarme ¿qué acciones mías son las que se salvan a sus ojos? ¿qué cosas de mi vida son las que Dios valora realmente?
Empieza el Adviento, un nuevo año, quizás es momento de pensar en serio en dejar esas cosas que no valen y que Él también dejaría y ponga la mirada y la acción en lo que es valioso a sus ojos y no vivir distraída. Darme cuenta de que bajo la aparente superficialidad de las cosas hay otra Realidad que descubrir. Ser más consciente de que la vida puede vivirse de otra manera, aunque suponga la valentía de hacerlo a contracorriente.
Adviento me da la oportunidad de recordar que esta hora, se me da, se me regala y que siempre hay algo inesperado escondido en lo ordinario si somos capaces de ser vigilantes.
Adviento es tiempo de espera, espera que se traduce en una tarea que realizar, Alguien nos anima: «Ya es hora de espabilarse», de salir de una vida sin sabor, cómoda o rutinaria. Abrir los ojos e interpretar la realidad que tenemos delante con el criterio de Dios. Dejarnos apasionar de nuevo por el proyecto de Jesús.
Pidamos a María que nos ayude a vivir este Adviento en una espera activa
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