El protagonista eres Tú
La carta a los Hebreos nos sigue invitando a ser constantes, a ser valientemente cristianos en medio de un mundo no siempre favorable a lo religioso. Nos hace caer en la cuenta de que no somos los primeros en sufrir dificultad en el seguimiento de Cristo. Muchos hoy siguen sufriendo insultos, torturas, encarcelamientos, confiscación de bienes y hasta la muerte por seguir a Jesús.
Todos nos cansamos, nuestros ideales no brillan siempre igual. Nos debe dar ánimos en nuestra lucha de cada día el recordar los inicios (de nuestra vida cristiana, o religiosa, o matrimonial), cuando éramos capaces de soportarlo todo con amor y con ideales convencidos.
El evangelio nos ayuda a entender cómo conduce Dios nuestra historia, su protagonismo y la fuerza de su Palabra, de sus Sacramentos y de su gracia. Si olvidamos su protagonismo y la fuerza intrínseca que tienen su Evangelio, sus Sacramentos y su Gracia.
Todos tenemos la experiencia de que los medios más pequeños producen frutos inesperados, no proporcionados ni a nuestra organización ni a nuestros métodos e instrumentos.
También nos ha pasado que no hemos conseguido a corto plazo los frutos esperados en nuestros proyectos.
El protagonismo lo tiene Dios. La semilla tiene su ritmo. Hay que tener paciencia, como la tiene el labrador.
Cuando en nuestra vida ponemos interés, ilusión, nuestro trabajo es más eficaz; pero cuando lo que de verdad nos mueve es el amor que Dios nos tiene, el Reino germina y crece con gran fuerza.
El protagonista es Dios. Nosotros lo que debemos hacer es colaborar con nuestra libertad.
Pidamos a María aprender a ser colaboradores de la gracia sin impaciencia, sin exigir, sin enorgullecernos por nuestros méritos y sin demasiado miedo al fracaso.
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