Descubrir nuevos horizontes
No es fácil hablar de pruebas ni de momentos difíciles. El fragmento de la carta a los Hebreos nos ilumina hoy en este aspecto.
Ante todo, tenemos que creer que Dios siempre busca nuestro bien. Muchas veces interpretamos todo lo malo que nos pasa como una prueba de parte de Dios y ahí nos podemos equivocar. Algunas nos vienen de los demás, otras de nosotros mismos, o de la misma vida, que para todos, conlleva su parte de dureza. El Señor lo único que nos pide es que aprovechemos también esos momentos de dificultad y de dolor para nuestro crecimiento. Él mismo recorrió un camino difícil y es ejemplo para nosotros.
Las pruebas nos ayudan a dar firmeza a nuestra fe y a madurar en el amor. Hacen que reconsideremos nuestra vida, que despleguemos nuestra vida y descubramos nuevos horizontes y nos ayudan a descubrir valores que sin ellas no saldrían a flote.
Todo eso con la confianza en el amor de Dios, que proclama el Salmo: «La misericordia del Señor dura por siempre... Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles, porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro».
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