El amor habla todos los idiomas

Es curioso el modo en que las tradiciones populares recogidas en el Génesis expresan el origen de la diversidad de lenguas.

Sencillamente no nos porque somos orgullosos y hemos querido hacernos como dioses. Aquí se quiere sacar una lección: Dios, que «bajó a ver la ciudad» que construían los hombres, decidió confundirles y lo consiguió haciendo que hubiera diversidad de idiomas. «Babel» significa «confusión».

Una vez más, el pecado trastorna la armonía. El pecado del orgullo y del egoísmo hacen imposible la comunicación y nos aíslan a unos de otros.

Solemos confundirnos,  más que por las lenguas diferentes, por los intereses y la ambición que nos hace incapaces de diálogo y de comunicación.

Los cristianos tenemos la experiencia de Antibabel por excelencia en Pentecostés. El  Espíritu hizo que aquellos que hablaban en lenguas diferentes comprendieran lo que se les decía.

Y nosotros, ¿dónde nos situamos? ¿en Babel o en Pentecostés? El amor habla todos los idiomas, el orgullo, levanta torres, y muros incluso entre los de una misma lengua.

Pidamos al Señor ser constructores de puentes y tender la mano a todos.

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