El sacramento del hermano
En el libro del Levítico, Moisés presenta a Israel un código de santidad.
Todo el acento se pone en la caridad y la justicia con los demás. La enumeración es larga, con una consigna final que a todos nos es conocida: «amarás a tu prójimo como a ti mismo». Todo tiene una única motivación: «yo soy el Señor». Dios quiere que seamos santos como él.
Mateo nos presenta un texto sorprendente. Jesús pone en labios de los protagonistas de su parábola, tanto buenos como malos, unas palabras de extrañeza: ¿cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte? ¿cuándo te vimos con hambre y no te asistimos?
Él está en la nuestros hermanos. Él mismo se identifica con todo aquel que encontramos en nuestro camino.
Hacemos o dejamos de hacer con él lo que hacemos o dejamos de hacer con los que nos rodean.
Se nos presenta el compromiso del amor fraterno como la mejor preparación para la Pascua, ir viendo a Jesús en la persona del prójimo.
En la Eucaristía, con los ojos de la fe, descubrimos a Cristo presente en el sacramento del pan y del vino. Pidamos al Señor saber descubrirle también "en el sacramento del hermano".
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