Toda la ley se resume en un verbo: amar

Hoy se nos habla de la conversión.

El profeta Oseas nos presenta primero una oración humilde del pueblo, prometiendo su vuelta a Dios. Su pecado principal había sido la idolatría. Después, la respuesta de Dios acogiendo de nuevo a su pueblo.

Ante la pregunta de un letrado, Jesús responde de modo claro cuál es el principal mandamiento: «amarás al Señor tu Dios... amarás a tu prójimo como a ti mismo: no hay mandamiento mayor que estos».

No se pueden separar. Toda la ley se resume en un verbo: amar. Amar a Dios. Amar a los demás.

Cabría preguntarse hoy cuál puede ser para nosotros la tentación de la idolatría, con qué "Asiria" solemos pactar, en quién ponemos nuestra confianza,y a pesar de quedar defraudados por absolutizarlos, no escarmentados.

Preguntémonos cuáles son los ídolos que nos hacen olvidar a Dios.

Jesús nos recuerda que lo principal es el amor. Él nos ama, a pesar de nuestras distracciones, nos ama siempre, gratuitamente...Y así nos pide que amemos.

En la Eucaristía recibimos a un Jesús partido y entregado por los demás, la mejor lección para que vayamos aprendiendo a amar: a entregarnos y a ser pan partido para los demás. La Cuaresma es camino hacia la Pascua, y es camino de entrega.

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