Un canto a la misericordia
Miqueas nos ofrece en esta mañana una oración humilde y llena de confianza en Dios.
El salmo 102 es un hermoso canto a la misericordia de Dios. Un salmo que invita a la oración personal, desde nuestra propia historia a ese Dios que cada día nos llama a volvernos más a Él.
El evangelio nos introduce en una parábola bien conocida, pero que siempre nos interpela.
Los tres personajes son conocidos, ¿con cuál me identifico?
El padre, aunque no entiende y le duele, respeta la decisión del hijo. Ante el fracaso de éste, le acoge. Podríamos tomarnos el pulso a nuestra capacidad de acogida, al margen de confianza que damos al que vuelve después de mucho tiempo, si pasamos "factura" de sus fallos a los demás. En resumen, ¿nos va caracterizando la misericordia en nuestro trato?
El hijo pequeño se desvía en un momento del camino que Dios tenía pensado para él. Ante esta realidad ¿me identifico o me excluyo pensando que pecadores sólo son los demás? ¿Reconozco en humildad mis errores y mis faltas de confianza en la bondad de Dios? ¿Sé pedir perdón y estoy dispuesto a volver y a vivir en mayor fidelidad?
El hijo mayor no admite que se perdone a su hermano y se niega a participar de la fiesta. ¿Somos intransigentes o intolerantes? ¿Está nuestro corazón lleno de envidia hacia otro? ¿miramos por encima del hombro a alguien?
Pidamos al Señor vivir una Cuaresma de reconciliación, que desde nuestro sabernos perdonados perdonemos y acojamos al otro con misericordia.
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