Tu amor me enriquece sin medida

La historia de Daniel nos presenta a una mujer inocente acusada injustamente; en el Evangelio, la mujer a la que acusan es culpable.

Podríamos extraer muchas enseñanzas​ de estos textos, pero me gustaría quedarme hoy en lo que me parece central, la misericordia y el juicio de Dios sobre nuestro pecado.

En la primera lectura Daniel desenmascara a los falsos acusadores, en el Evangelio, Jesús, no deja que condenen a una mujer por su pecado. Jesús camina hacia su Pascua, se deja juzgar y condenar en un juicio injusto para salvarnos. Los que le seguimos, ¿cómo juzgamos a los demás? ¿Somos misericordiosos como lo es Jesús con nuestro pecado? ¿Somos de los que se dejan llevar por las apariencias o buscadores incansables de la verdad?

¿Nos miramos a menudo en el espejo de Jesús para aprender la delicadeza de trato con el que falla?

Pidamos a Jesús, el que se dio por nosotros en la cruz y se nos da cada día en la Eucaristía, enriquecuiéndonos con su amor que nos ayude a ser misericordiosos como Él.

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