Una Palabra sin miedo al obstáculo
Movidos por el Espíritu, Pedro y los apóstoles, dan un valiente y claro testimonio delante del Sanedrín. Las autoridades les habían mandado callar, pero tienen que obedecer a Dios y no a los hombres. Anuncian sin miedo que Jesús ha pasado de la ignominia de la cruz a la gloria de la resurrección.
No fue fácil. «Su respuesta exasperó a las autoridades y decidieron acabar con ellos». Tampoco lo es para nosotros. No nos extrañen las reacciones de muchos ante el testimonio evangélico del Papa, o sencillamente de cristianos que viven coherentes su fe en su ambiente.
En el Evangelio, concluye el diálogo de Jesús con Nicodemo. Son palabras de gran belleza.
Jesús es el enviado de Dios, nos trae sus palabras, que son la verdadera sabiduría y las que dan sentido a la vida: son la mejor prueba del amor que Dios tiene a su Hijo y a nosotros; el que le acoge a Él y su palabra tendrá la vida eterna que Dios le está ofreciendo a través de su Hijo; el que no le quiera aceptar, se excluye de la vida.
Esto nos llena de alegría y a la vez de compromiso. El encuentro con Jesús en cada Eucaristía nos ofrece la mejor ocasión de aprender de Jesús, de dejarnos empapar de su vida, de su estilo, a través de la escucha de su Palabra, que va iluminando nuestra vida y de la Eucaristía, que nos da la fuerza cada día para poder ir realizando lo que Él nos va pidiendo.
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