Se respira demasiado agobio

Creo que una cosa fundamental que deberíamos aprender de Jesús es a sentirnos y a ser hijos. A tener sentimientos de unión, de amor y de confianza para con Dios.

Él nos ha enseñado a llamar a Dios, Padre. Esto debería transformar nuestra vida tanto en los días buenos como en los difíciles. Aquí está la raíz de la dignidad de la persona humana, y del respeto que merece todo hombre y toda mujer. Todos somos hijos. Todos valemos más que el oro a los ojos de Dios.

Me pregunto si sentimos dentro ese Espíritu de Jesús, que "nos hace gritar: Abbá, Papá". Si llegamos a sentimos hijos en la casa de Dios, y herederos de sus mejores riquezas, y si cada día rezamos a Dios llamándole "Padre nuestro".

Quizá hoy más que nunca necesitamos escuchar a Jesús  y pedirle que nos enseñe a llamar a Dios, Padre, y a tratarnos como hermanos,  para poder decirnos los unos a los otros palabras de ánimo y de aliento, de perdón, de esperanza, de reconciliación.  Se respira demasiada agresividad, demasiado estrés, demasiado cansancio y agobio. Seguro que si vamos a él, aprenderemos a ser hijos .

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