Vendedores de mentiras

Jesús no tolera se utilice la casa de Dios en provecho de intereses egoístas. Es bueno detenerse a pensar en los momentos en los que, quizá sin querer, hemos podido utilizar a Dios para conseguir nuestros propios intereses. O justificar nuestras opciones.

Jesús entra en el templo y se enfrenta con los mercaderes. También en este mundo hay muchos vendedores de mentiras, injusticia a los que hay que decir basta, aunque no sea fácil. Poner freno a quien actúa con una lógica distinta del Evangelio no es fácil.

Pero Jesús toma partido por los débiles, los explotados, las víctimas... y su acción nos deja un poco incómodos.

Él no pide cosas imposibles a los que quieren seguirle. Nos pide confianza y amor absoluto. Es ciertamente más fácil decirlo que hacerlo. No serán nuestras fuerzas las que aseguren el seguimiento,  sino el dejarnos hacer por Dios mismo.


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