Una inyección de confianza
Hay etapas en nuestra vida en que nos vemos necesitados de una «inyección de confianza». Basta mirar alrededor y observar que en muchos rostros se ha apagado la luz de la esperanza, que hay mucha gente que camina abatida o está a punto de desesperar.
Todavía hoy muchos esperan una palabra de consuelo: «Consolad, consolad a mi pueblo...». Recordemos que, como Iglesia, somos depositarios de palabras del consuelo. Y muchos de nosotros las necesitamos urgentemente.
En este tiempo de Adviento saquémoslas del cajón y démosle la posibilidad de curar alguna herida.
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