La tranquila convicción de Juan
Jesús va hacia Juan. A este no le pasa desapercibido, aunque Jesús se mezcla entre todos, como uno de tantos. El Señor nos sale al paso en rostros inesperados, en situaciones cotidianas, en historias con sabor a lo de cada día. A veces, no tenemos los cinco sentidos tan atentos como Juan.
Juan cuenta lo que ha visto. Quizás hoy sea buen momento para traer a la memoria lo bueno de Dios y por qué merece la pena su evangelio.
Juan nos deja esa frase que en cada Eucaristía se repite mostrándonos a Jesús: He ahí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y es que Dios, en Jesús, viene para restaurar lo que está roto, sanar lo que está herido, acabar con el pecado que nos hace tanto daño.
Señor, ayúdanos a contagiar esperanza y la tranquila convicción de Juan, de que sólo Tú eres el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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