La sorpresa del perdón
Si en algún momento nos preguntáramos la reacción de Dios ante nuestro pecado, una muestra la tenemos en la parábola del hijo pródigo.
Después de contemplar este pasaje no nos puede quedar duda de que nuestro Padre está siempre dispuesto a perdonar, a esperar que volvamos a casa después de habernos ido con afán de suficiencia, exigiendo, o cuando después de años a su servicio nos hacemos por fin conscientes de que lo suyo es lo nuestro y hemos vivido como criados sin disfrutar del ser hijos. Él siempre ha estado y estará esperando a la puerta.
Y es que así es nuestro Dios, con Él no es necesario llamar a la puerta. Sale corriendo, no para reprochar nada, sino para cubrirnos de abrazos y besos. Esa es la sorpresa del perdón. Un Dios que ve, se conmueve, que casi no te deja "soltar" el discurso que traías preparado, porque El ya sabe.
Si acaso nos seguimos preguntando contemplemos a este Padre que te acoge, te perdona, te ama y lo celebra contigo.
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