Acariciar cansancios

Hay gestos sencillos que nos conmueven en lo más hondo. Gestos que provocan en nosotros sorpresa, asombro y, por qué no, también resistencia, miedo o incomprensión. Basta escuchar las "olas" de comentarios, críticas o interpretaciones varias a quienes procuran descanso o alivio al dolor o al cansancio de los demás.
Qué difícil se hace asumir la lógica de hacerse pequeño, de agacharse ante el otro. Qué difícil vestirse la toalla del cuidado del otro, acariciar cansancios ajenos. Qué difícil sustraerse de la lógica del mérito, del título, del derecho.
En este día nos recuerdas cuál es la auténtica altura del hombre, la absurda lógica del servicio. Partir y repartir lo que uno es y tiene, nuestro todo y nuestra nada.


Hoy nos volvemos a sorprender ante quien no se reserva nada, ante quien se convierte en regalo para todos. Hoy nos volvemos a dejar descolocar por la ternura de quien se hace alimento para que podamos vivir y dar vida sin desfallecer. Hoy volvemos a descubrirnos hambrientos de quien quiere ser nuestro alimento, nuestra luz, nuestra paz.
Hoy volvemos a colocar en primer plano a quienes esperan de nosotros un trozo de pan, un pan que no es nuestro, que nos ha sido regalado para ser capaces de darlo a los demás.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adviento, tiempo de humildad

Como en tiempo de José