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Mostrando entradas de septiembre, 2017

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Dios nos ha enviado a su propio Hijo para que quienes entremos en comunión de vida con Él, por medio de la fe, vivamos como hijos de Dios. Jesús se ha convertido para nosotros como en la Escalera Santa por la que podemos llegar a poseer todo lo que nuestro Padre h a prometido a los que lo aman.  Fuera de Jesús no hay otro Camino que nos haga conocer el amor de Dios. No podemos pretender convertirnos en mensajeros de la Buena Nueva, si antes no subimos a Dios mediante la oración, meditación y experiencia de su Palabra. Sólo de la intimidad con Él brota el testimonio. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María y de los santos Arcángeles que hoy celebramos, la gracia de tener una fuerte experiencia personal de Cristo en nosotros, de tal forma que seamos portadores del amor misericordioso que Dios quiere que llegue a todos los hombres.

Una vida en Alianza

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Solemos sentirnos más atraídos por lo material que por lo espiritual, por lo cómodo y fácil que por aquello que supone algún tipo de esfuerzo. Todos estamos sumergidos en algún tipo de renovación ya sea en lo personal o en lo social. No descuidemos los valores religiosos y éticos que son parte fundamental de nuestra vida. La palabra nos invita a renovar la actitud de una vida en Alianza con Dios y las costumbres coherentes con ella. De no dejarnos llevar por intereses materialistas, sino de cuidar los valores humanos y religiosos, según el proyecto de Dios.

Desprendidos

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Jesús exige el desprendimiento de los suyos. Nos invita a ser libres interiormente, a vivir sin demasiado equipaje. Un seguidor de Jesús no se busca a sí mismo, es ejemplo de desapego, se fía más de la fuerza de la palabra y de la misericordia de Jesús que de todas las seguridades técnicas de las que nos podamos rodear.   Un seguidor de Jesús no va a «lo suyo», sino que asume el estilo de vida del Maestro. Un seguidor de Jesús tiene claro que él no es quién salva el mundo, sino sino un misionero que allí donde está contagia la fuerza salvadora del Resucitado y de su Espíritu.

Reconstruir

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En nuestra vida y en la de cada comunidad son necesarios ánimos para una reconstrucción ilusionada cuando nuestra vida de fe se ha empobrecido. En ese momento deseamos que Dios nos dé la fuerza para rehacernos. Nada se reconstruye sin esfuerzo y sacrificio,  como les costó a aquellos de los que volvieron del destierro. Ojalá también hoy se eleven voces como las de Ageo y Zacarías, que  nos inviten a recapacitar y a no dejar perder los valores que nos constituyen.

Aprendiendo de los más débiles

Quiero compartir con vosotros algunas pequeñas enseñanzas que estoy guardando como «tesoros» ahora que comparto mi tiempo con alguien muy especial. Los enfermos tienen mucho que enseñarnos si sabemos ir más allá de nuestra impaciencia, si nos paramos a escuchar mientras aún son capaces de mantener una conversación. Hoy traigo una lección aprendida «nunca te niegues a ayudar a alguien aunque otros te presionen para no hacerlo». Feliz finde a todos

Mateo, el don de Dios

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Cuántas veces habremos escuchado, leído, meditado el texto de la palabra que se nos propone hoy. Una vez más, resuena con claridad en nuestro corazón: no te preocupes, no tengas miedo, ¡ sígueme ! Un sígueme que abre la esperanza a quién busca un camino de la curación; un sígueme   que serena a quién se siente perdido;  un sígueme que acoge a quién se siente vulnerable y asustado. Hoy podría ser un buen momento para recordar ese instante en el que escuchamos por primera vez esa palabra en lo más hondo el momento a partir del cual comenzó una nueva vida para nosotros. El momento, en el que, como Mateo, nos convertimos en "el don de Dios", el que regala a todo el mundo. Así de grande y así de sencillo.

Comunidad

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La comunidad cristiana es sagrada, depositaria de la verdad y de los dones de Dios. Quizás deberíamos cultivar la doble relación -Iglesia y Cristo- tenerla más presente en nuestra sensibilidad, así nuestra actitud para con los demás sería más humilde, más generosa, como la que quería Pablo de Timoteo.

Cierta dosis de responsabilidad

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Todos, en las comunidades a las que pertenecemos, tenemos alguna misión que comporta una cierta responsabilidad. Todos podemos «examinarnos» hoy de esa lista, que nos presenta Pablo. La madurez personal, el equilibrio, el buen corazón, la fidelidad a los nuestros, el control de nosotros mismos, la honradez y la ejemplaridad. Conviene una evaluación sincera y a la vez, exigente, el Señor espera de nosotros lo mejor que llevamos dentro.

Rezo por ti

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Lo que nos sale más espontáneo es rezar por nosotros, ya en la oración de Laudes invocamos a Dios ofreciéndole nuestro día y pidiéndole que nos ayude. Pero también hay momentos en que rezamos por los demás, por el mundo, por la Iglesia. Es una actitud fundamental de la fe cristiana, somos universales en nuestra oración. Somos pueblo sacerdotal, por nuestro bautismo y una de las mejores cosas que podemos hacer es rezar ante Dios por los demás. Nos hace bien pensar y rezar a Dios por los demás. Así el trabajo que realicemos luego en favor de la paz, la justicia y el bien común quedará iluminado por el amor de Dios, y no sólo por nuestras buenas intenciones, comprometiéndonos de algún modo en aquello y con aquellos por quienes pedimos. La oración pide de nosotros alzar las manos al Señor con un corazón reconciliado, con una mirada a la historia desde la perspectiva del plan salvador de D...

Una desproporción de amor

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¡Que lección más hermosa nos trae hoy la Palabra! Una palabra que nos sitúa frente a Dios, como deudores insolventes. Si él no interviene con el acto gratuito de su perdón, nosotros solos no llegaríamos nunca a conquistar la salvación. La salvación es pura gracia.  Todas las deudas que los demás contraen con nosotros carecen de  importancia si se compara con nuestro pecado y con la deuda que tenemos con Dios. Si olvidamos esta desproporción de amor, nuestro comportamiento con los demás será equivocado. No podemos convertir el perdón en una posesión nuestra ni tenemos derecho a consumir de modo egoísta las gracias que se nos regalan. El perdón que recibimos es dado, participado con los demás. El perdón tiene que traducirse en reconciliación, en alegría con los demás a imitación de Dios. El perdón al otro es la respuesta que manifiesta que estamos perdonados...

Si nos sintiéramos perdonados

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Cambiaría tanto nuestra actitud con los demás si recordáramos con humildad que Cristo ha venido a salvarnos a nosotros, en primer lugar. Creo que tendemos demasiado  a no incluirnos en el término "pecadores" y hoy, la palabra, nos recuerda somos los primeros. Podría hoy ser un buen ejercicio, en nuestra relación con nosotros mismos u con los demás, repetir en nuestro interior: "se compadeció de mí"', "en mí, el primero, mostró Cristo toda su misericordia". Ese es el único modo de vivir al estilo de Cristo, con humildad de hermanos. ¡ Feliz fin de semana!

Una nueva condición

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El bautismo nos ha hecho morir con Cristo y resucitar con él a una nueva vida.  Pablo nos recuerda hoy la consecuencia: "ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba". Vivir así supone hacerlo con una mentalidad no terrena, según los instintos que tiran de nosotros de alguna manera. Significa vivir como personas libres, resucitadas, "revestidos de la nueva condición" de cristianos. La motivación no es otra que esta: "vuestra vida está con Cristo". Pidamos al Señor que cada día se vaya notando en nuestras vidas que escuchamos su palabra y recibimos su Cuerpo y su Sangre, que con ello se nos va comunicando su "nueva condición", y nos da la fuerza para no aferrarnos a la  terrena.

Arraigados en ti

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¡Cuánto necesitamos que se nos anime a crecer en la fe y a vivirla coherentemente! Los cristianos, por el bautismo, fuimos injertados a Cristo en su muerte y en su resurrección, estábamos muertos y ahora vivimos, éramos pecadores y ahora estamos perdonados. Pablo lo compara con el gesto de romper una factura que teníamos en contra: "borró el protocolo que nos condenaba y era contrario a nosotros: lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz". Seguramente a nosotros también nos rodean ideologías que nos ofrecen la felicidad y la salvación, pero en el fondo no tienen consistencia. Los "elementos de este mundo", no nos salvarán: "Dios os dio vida en Cristo". Sólo arraigados en él,  viviremos. Lo demás sólo sirve si nos ayuda a penetrar en la sabiduría de Dios, que es Cristo. No nos dejemos engañar.

Cuestión de confianza

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El Evangelio de hoy nos lleva a pensar en el inicio de nuestra vocación cristiana. Quizás muchos de nosotros no encontremos ningún hecho extraordinario, ninguna"pesca milagrosa", pero sí, un asombro por Cristo, y la certeza de que vale la pena dejarlo todo y seguirle. Seguro que también hemos experimentado noches en que "no hemos pescado nada" y días en que hemos sentido la presencia de Jesús que ha hecho que nuestro trabajo tenga fruto. Así vamos madurando en nuestra vida de fe, remando mar adentro con Jesús, confiando más en Él que en nuestras propias fuerzas, trabajando en su nombre y no en el nuestro.

El mejor adorno

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Pablo escribe a los cristianos de Colosas. Él no había fundado aquella comunidad, ni la conocía. Había sido su discípulo Epafras el evangelizador de aquella región. Aquellos cristianos, aunque no conocían personalmente a Pablo, sentían "un profundo amor" por él. Pablo tenía buenas noticias del "pueblo santo que vive en Colosas". Aprovecha para decirles que la fe en Cristo, "el mensaje de la verdad, se sigue propagando y dando fruto en el mundo entero". Ojalá de nuestras comunidades pueda decirse que son famosas por su "fe en Cristo Jesús" y su "amor a todos los demás" y que "les anima en todo la esperanza". Pidamos al Señor que nos ayude a que el mejor adorno del que podamos hacer gala sean nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, garantía de una comunidad evangelizadora  en medio de la sociedad.

Un horizonte nuevo

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Estamos iniciando un nuevo curso, y a todos nos viene bien pensar un poco el futuro. Estos días preparaba con mis sobrinos su material para el colegio y veía la ilusión en sus caritas, aunque también sé que para los más mayores ya empieza a «tener peso» ver en el horizonte el fin de una etapa. Pablo nos invita a vivir vigilantes, no en el sentido de infundir miedo o angustia, sino en el de aprovechar el tiempo que se nos regala, sin dejarnos distraer por lo superfluo.  El consejo de Pablo a la comunidad bien nos vale a nosotros para poner en práctica: "animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis". Así, viviendo sin dobleces, el día del Señor nos encontrará preparados. Aunque la muerte nos siga infundiendo respeto la miraremos con confianza, porque "Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de Jesús", para que "despiertos o dormidos, vivamos con él".

Un plus de luz

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Bienvenidos de nuevo. Espero que hayáis pasado un buen verano y disfrutado de unas merecidas vacaciones. Aquí continúo con mis pequeñas reflexiones por si a alguien le pueden ayudar. Pablo, en su carta a los de Tesalónica, no quiere que los cristianos miren la muerte de sus seres queridos "sin esperanza". La vida y la muerte son participación en el destino de Jesús. Nos da miedo pensar en nuestra muerte y nos duele la de aquellos a quiénes armamos. Pero tenemos un "plus" de luz que nos da a un color de esperanza: nuestra fe en Jesús y la certeza de que, ya desde nuestro Bautismo, estamos vinculados a su mismo destino. Dios nos tiene destinados a la vida. En la Eucaristía recordemos con frecuencia lo que nos dijo Jesús: "el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré el último día". La Eucaristía es garantía de la vida sin fin.