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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Nuestra única defensa, la confianza

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Las palabras del Evangelio de hoy pueden sonarnos fuertes. Jesús habla de todo aquello que puede amenazar nuestra vida, que nos inquieta, que nos hace sufrir. Y lo que parece más extraño, nos invita a permanecer desarmados. Nuestra única defensa, la confianza en su enseñanza, su aliento y su presencia. Nuestra vida, como la suya, sin violencia, sin rencor, dando testimonio de la fuerza del amor.

Ella creyó que nadie la veía

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Pero Jesús sí se dio cuenta y llamó la atención de todos. Otros, más ricos, echaban donativos mayores en el cepillo del templo. Ella echó los dos reales que tenía. No importa la cantidad de lo que damos, sino el amor con que lo damos. Dios se nos ha dado totalmente: nos ha enviado a su Hijo, que se ha entregado por todos, y que se nos sigue ofreciendo como alimento en la Eucaristía. ¿Podremos guardarnos algo en nuestra pequeña entrega cotidiana? Al final del día ojalá que Dios sonría.

Vendedores de mentiras

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Jesús no tolera se utilice la casa de Dios en provecho de intereses egoístas. Es bueno detenerse a pensar en los momentos en los que, quizá sin querer, hemos podido utilizar a Dios para conseguir nuestros propios intereses. O justificar nuestras opciones. Jesús entra en el templo y se enfrenta con los mercaderes. También en este mundo hay muchos vendedores de mentiras, injusticia a los que hay que decir basta, aunque no sea fácil. Poner freno a quien actúa con una lógica distinta del Evangelio no es fácil. Pero Jesús toma partido por los débiles, los explotados, las víctimas... y su acción nos deja un poco incómodos. Él no pide cosas imposibles a los que quieren seguirle. Nos pide confianza y amor absoluto. Es ciertamente más fácil decirlo que hacerlo. No serán nuestras fuerzas las que aseguren el seguimiento,  sino el dejarnos hacer por Dios mismo.

Sólo recupero la luz cuando me acerco a Ti

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El Evangelio nos presenta un pasaje conocido y en el que nos podemos ver reflejados de diversas formas. Pero creo que lo más importante es que sólo recuperamos la luz cuando nos acercamos a Jesús. Dios nos ha regalado en Jesús su luz, esa que nos ilumina cuando escuchamos su Palabra, que nos guía para no tropezar, que da calor a nuestra soledad. Nosotros no podemos devolver la vista a nadie, ni siquiera a nosotros mismos, pero si podemos ayudar a otros a que se enteren de que Jesús sigue pasando e iluminando la vida, si le dejamos. No dejemos pasar la oportunidad.

Vale la pena

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Es de admirar lo orgulloso que se siente Pablo por la misión recibida: predicar la buena noticia de Jesús a todos los pueblos. Un orgullo que le lleva a reconocer que todo eso es "lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe". Sabe que aunque ha puesto todas sus energías todo es obra de Cristo y de su Espíritu. Él es "ministro de Cristo para los gentiles", y su "acción sagrada consiste en anunciar el evangelio", "para que la ofrenda de los paganos"sea agradable a Dios". Es la liturgia de la vida. Su apostolado se une a la ofrenda vital de la fe de los creyentes, en una única liturgia ofrecida a Dios. A veces me pregunto si nuestro amor por Cristo es tan grande como para superar las dificultades  que en tantos momentos nos hacen desistir de nuestra evangelización. Quizás lo importante es si estamos convencidos de que vale la pena esta buena noticia y no tanto la ,a veces, alocada búsqueda del lenguaje y l...

Torres inacabadas

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Jesús nos invita a seguirle poniéndole a él en el centro de la vida y dejando en un plano secundario todo lo demás. Nos habla de cruz, de renuncias. ¿ Hay quizá en mi vida alguna torre inacabada? El que inicia un proyecto importante, sin tener en cuenta medios y fuerzas para lograrlo, corre el riesgo de terminar en fracaso. En el camino del seguimiento también es importante contar con ayuda, con apoyos. Jesús nos llama a la radicalidad, a la audacia, a saltar al vacío, pero llevando implícita la sensatez del que se sabe acompañado por quien llena el corazón de fuerza y la vida de sentido.

Un especial cuidado

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Es bueno que recordemos que en nuestra vida la iniciativa la ha tenido Dios. Nos ha elegido Él. Por parte de Dios todo es gratuidad, y podemos sentirnos orgullosos de ser sus escogidos. Pero,¡ cuidado! Tengamos en cuenta la recomendación de Pablo, no nos consideremos superiores a nadie, todos necesitamos la misericordia de Dios. Es la actitud espiritual que mejor nos va. Y también la que nos hace más humildes y comprensivos con los demás.

Un horizonte y un motivo

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Jesús habla hoy a quienes le buscan porque se reconocen necesitados, desesperados. ¡Tantas veces sufrimos, lloramos y deseamos justicia, pero no siempre nos sentimos amados o dichosos por eso! Cuando caemos en la cuenta de ese amor estamos experimentando en nuestra vida los efectos de la relación con Dios. Muchas veces asumimos el sufrimiento, pero ¿esperamos el consuelo de Dios? Pensemos por un momento en nuestro mundo, en todas las personas que sufren, que lloran, que tienen hambre y sed de pan y de justicia y necesitan una palabra de esperanza. Jesús les llama dichosos. Les invita a estar alegres y contentos, esperanzados mirando al futuro. Les promete su apoyo y su amor. Jesús nos invita a vivir de una forma comprometida, pero que lleva consigo la constatación de su vida en nuestro presente y una promesa de futuro. Cuando sufrimos, cuando somos perseguidos, en la soledad de la lucha, Dios es consuelo. Como lo fue para los santos a quienes hoy c...