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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Feliz año nuevo

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El pesebre, algo más que una cuna

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Jesús nos habla hoy de traiciones, muertes y odios por seguir su causa. Quizás resulta chocante después de contemplarle ayer en un pesebre. Pero precisamente ese lugar en el que nace, es el preludio de un mensaje que no es acogido ni comprendido. Hacer presente la buena noticia en este mundo comporta la exclusión en muchos momentos. Incluso hasta dar la vida, como Esteban. Pero el texto habla sobre todo de esperanza. Cuando te sientas acorralado o perseguido por causa de Jesús, el Señor estará a tu lado y pondrá su palabra en tu boca. Su compañía es la mejor prueba de que Dios se hace presente en el mundo, en tu vida. Señor, danos la alegría de gastar la vida en tu servicio. Ayúdanos a saber poner la tienda de nuestra entrega en medio de los hombres para llevarles el tesoro de tu amor que salva.

¡Feliz Navidad!

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De forma inesperada

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En medio de la espera del Adviento nos encontramos una pareja que desea un hijo que no llega. ¡Cuántas situaciones en nuestra vida en las que pedimos con ilusión algo al Señor, y parece no escucharnos! ¡Ese proyecto importante que no llega a hacerse realidad! A veces dudamos, como Zacarías. Pero tal vez es el momento de confiar en el Señor, de un hágase como el de María. De dejar que el Señor sea el que guíe de verdad nuestra vida. Dios responde de formas inesperadas, muchas veces no comprendemos sus planes. Pero más allá de eso, lo importante es el amor, la ternura y lo que Él cree mejor para mí.

Reordenando

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Dios viene a nacer entre nosotros, y con ello hace sagrado todo lo humano. La Navidad trae un nuevo orden, no solo a nivel exterior, sino también interior. Dios se hace lugar en mi corazón y reordena todas mis opciones, mi modo de vida. Él entra en mi mundo y lo transforma. Jesús, Enmanuel, Dios-con-nosotros.  Dios cercano es el nombre elegido. Jesús, Enmanuel, pronuncia mi nombre esta Navidad.

La sonrisa de Dios

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Parece que en nuestro mundo no hay muchas razones para la alegría. No podemos el mal presente en el mundo, que asume tantas formas ofensivas y crueles. Y mucho menos olvidar el sufrimiento de tanta gente, las tragedias, las violencias, las injusticias... Pero hay un motivo para estar alegres que no podemos perder de vista , y es fundamental: el Señor no nos ha abandonado. Al contrario, se abre paso entre tanta miseria, para traer una alegre noticia a todos los que, de un modo u otro, sufrimos. El Bautista, reconoce honestamente quién es, y desde su realidad deja actuar a Dios en su vida. Y es que no nos acabamos de enterar que la acción de Dios se desarrolla siempre en lo oculto y en lo pequeño. Este tercer domingo de Adviento nos sitúa ante una realidad que nos tiene que llenar de alegría en medio de la dificultad, del dolor, del a veces sinsentido en el que nos movemos, que el Niño ante el que nos postraremos en unos días sabe a qué...

Dios con nosotros

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Jesús es criticado por unos y otros. Por comer y beber con ellos, por compartir su vida. Por ser capaz de alegrarse con quien se alegra y sufrir con el que sufre. Por ser capaz de compartir sus mismos sentimientos. Así es Dios, el Dios con nosotros, el Dios amigo de todos. Un Dios que me espera en mis noches oscuras y en mis días claros. Un Dios que me invita a a arriesgarme a vivir igual, a pesar de las críticas.

Pequeño y grande

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Juan, pequeño y grande a la vez, porque reconoce en Jesús el cumplimiento de la promesa. En Jesús, Dios reina. Y su reino es un reino de humildad, pobreza y de radicalidad en el amor. Es el reino de los pequeños, de los que se donan, de los que generan a su paso amor gratuito. Y que por ello sufren violencia. El reino de los que perdonan, abrazan y siguen poniendo la otra mejilla. María, mujer de Adviento, enséñanos a amar desbordándonos con el que más sufre. Madre, en tus manos un día más, presentamos a nuestros hermanos que sufren persecución a causa de su fe en tu Hijo.

Esperando respuesta

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Ante Jesús nadie se muestra indiferente.  Los fariseos y doctores están pendientes de las normas. Los hombres que traen al paralítico, piensan en su amigo enfermo. Este solo anhela la salvación. Expectativas que confluyen ante Jesús. Él sabe lo que cada uno necesita. El paralítico necesita respuestas. La gente necesita un signo. Y los fariseos, que les libere del peso de una ley que les oprime. Levántate y anda, son palabras que todos necesitamos escuchar. También yo. Ante la pereza que quiere vencer, cuando flaquean las fuerzas o faltan los motivos o sientes que no llegas. Siéntete invitado a la confianza de saber que Él está a tu lado y sabe lo que necesitas.

Una inyección de confianza

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Hay etapas en nuestra vida en que nos vemos necesitados de una «inyección de confianza». Basta mirar alrededor y observar que en muchos rostros se ha apagado la luz de la esperanza, que hay mucha gente que camina abatida o está a punto de desesperar. Todavía hoy muchos esperan una palabra de consuelo: «Consolad, consolad a mi pueblo...» .  Recordemos que, como Iglesia, somos depositarios de palabras del consuelo. Y muchos de nosotros las necesitamos urgentemente. En este tiempo de Adviento saquémoslas del cajón y démosle la posibilidad de curar alguna herida.

Un sí loco y confiado

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Ha pasado todo y nada. Por una gracia de Dios, y un alégrate, ella se ha dejado conquistar y que crezca felizmente su libertad. Se ha arriesgado y ha pronunciado un sí loco y confiado. Nada de eso me es ajeno, todo lo que ha recibido está destinado a mí también. En mis entrañas también suena el alégrate de parte de Dios. Si me detengo a escuchar quizás escuche su intención de poder contar conmigo. Puedo hacer silencio y esperar, dejando que el mismo Dios siembre en mí la respuesta. Con María doy gracias al Señor por la belleza de sus decisiones, de sus modos de hacer y de sus cómos. Por la delicadeza de ponerse al alcance de mis manos, sin perder su grandeza. De contar con una mujer para comenzar a caminar por nuestro mundo. Por contar conmigo.

Sin disfraz

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El Evangelio nos habla hoy de esas situaciones que a veces nos desbordan, de esos vientos tempestuosos que parecen arrasarlo todo en nuestra vida. Jesús no disfraza la realidad. Sabe de nuestros bajones y no nos pide afrontar una vida sin problemas. Pero tener fe nos ayuda a afrontar los malos momentos de otro modo, a no perdernos en lamentos que no llevan a ninguna parte. Jesús nos quiere ver en pie, sobre roca firme, intentando superar, con poca o mucha fuerza, eso da igual. A veces nos cuesta apoyarnos y confiar en ti, pero ahí estás, Señor.

No se puede esperar más de Ti

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Jesús acoge a todos los que padecen y sufren. No se puede esperar más de Dios. En los momentos de dificultad podemos estar junto al Señor. Jesús lleva esperanza allí donde no la hay, o donde se nos tambalea. Con Él se transforma la realidad porque sostiene cada paso. Jesús se compadece de los que le siguen y no tienen qué comer, pero también se compadece de ti, de tus hambres, de tus anhelos. Dios padece contigo, ponte junto a Él y descubre cómo el amor transforma la vida.

Rastreando tu paso

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Qué necesario es volver, una y otra vez, sobre esas ocasiones que son motivo de alegría. También a Jesús le conmueve reconocer la acción de Dios y rastrear su paso. Agradece y se llena de alegría porque son los sencillos los que descubren los modos de Dios y son capaces de reconocerlo y recibirlo. Jesús nos invita a ser capaces de reconocerle en el momento presente, en lo cotidiano, en lo sencillo, pero que está lleno de amor del Padre. Reconoce hoy todo aquello bueno que tienes en la vida...y agradece...

Basta su Palabra

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La oración es acercarse con sencillez y sinceridad a Jesús. Comencemos el Adviento con las palabras del centurión: Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Son palabras de humildad, de confianza. Él me escucha, me conoce, sabe cómo soy. Basta su Palabra para recomenzar.