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Mostrando entradas de enero, 2018

Ser capaces de novedad

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Es sorprendente la fuerza con la que algunos de los que conocieron a Jesús lo rechazan. Su ceguera les impide ver quién es realmente Jesús. Si uno se descuida, puede tener reacciones semejantes. Me explico, "sospechar" del poder de Dios cuando se manifiesta de una manera sorprendente en mi vida. O verle como enemigo de mi libertad y cerrarme a su gracia, cuando siento que lo que me pide supera mis fuerzas. Pidamos al Espíritu Santo, fuerza para no negar nunca la posibilidad al Señor de que diga una palabra auténtica a nuestro corazón. Y a María, nuestra Madre, que no nos empeñemos tanto en vivir "controlando" todo, sino , como Ella, ser capaces de novedad y sin miedo.

Sintonizar con el dolor

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Supongo que todos hemos escuchado la palabra "empatía", o nos hemos cuestionado hasta qué punto somos capaces de ponernos en "los zapatos" del otro. Entrando hoy en la escena del Evangelio, intentaba ponerme en la piel de ese hombre con el brazo paralizado, que se después de un encuentro, verá cambiada su vida para siempre. Sintonizar con el dolor sanado, con la esperanza renovada, me hace descubrir la invitación de Jesús a ir como Él acogiendo el dolor de los demás. Hay tantos que sufren a causa de la falta de verdadera compasión, y sobre todo de excesiva mirada estrecha. ¡Cuántas parálisis en nuestro mundo esperando escuchar, como aquel hombre, palabras de esperanza "extiende tu brazo"!

Entre la concreción y el misterio

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En la era del sentimentalismo, el Evangelio de hoy parece que quiere sacudirnos un poco. No pocas veces cuando escuchamos la palabra "vocación" nos viene a la mente un montón de personas que a lo largo de nuestra vida nos han contado lo que han "sentido" en su específica llamada y respuesta al Señor. Quizá me equivoco, pero creo que tanto la primera lectura como el Evangelio pretenden situarnos una vez más en las acciones, que en las palabras: "tu siervo escucha" "lo siguieron". No digo que no haya que contar experiencias personales, pero sí creo que estas serían más creíbles si se consiguiera ser capaz de quitarse uno mismo del centro y recordar que el personaje principal de todo relato vocacional es Dios, sólo Él es el protagonista, y nuestro seguimiento se moverá siempre entre la concreción y el misterio. Muchas veces oigo quejas de la falta de jóvenes en nuestras comunidades, a veces me pregunto si cumplimos nuestra tarea de ser como Elí. ...

Lo intocable

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Contemplar las curaciones de Jesús siempre tiene algo que me toca en lo más profundo. No resulta fácil poner palabras. Quizá nuestra mayor dificultad a la hora de relacionarnos con Dios es hacerlo a cara descubierta, con todo lo que somos, incluido todo aquello que consideramos intocable en nuestra vida. Pensando en esto me acordé de este texto. Os lo comparto, seguro que muchos ya lo conocéis. Espero que os pase como a mí, que no os venga mal recordar lo necesitados que estamos de dejarnos tocar nuestras cicatrices por la ternura del Señor Lo intocable Es fácil amar lo amable, rozar lo bello, admirar brillos y fachadas, agujero negro de miradas distraídas; aplaudir lo exitoso, jalear lo apuesto, empujar aún más alto lo que no toca techo. Difícil es adentrarse en el caos oculto tras el rostro cordial. Deambular por las estancias pobladas por demonios de dentro, las memorias que encadenan nuestro vuelo a derrotas pasadas, los amores difíciles, las batallas perdi...

Aprendiendo del Maestro

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Contemplar el Evangelio de hoy es descubrir que, cuando Jesús pasa por tu vida, donde había prostación, desgana, falta de compromiso, ahora hay servicio. Es buscar la presencia sanadora de Jesús, ponerse a su puerta y agradecer a Dios por quiénes en la vida nos ayudan a ponernos en pie, a vivir erguidos. Es aprender del Maestro la intimidad con el Padre para desplegar una vida portadora de esperanza, liberadora de miedos, aliviadora de sufrimientos.

El amor no se pierde en palabras

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Hola a todos, muchos días sin escribir, ¿verdad?  Demasiados acontecimientos en mi vida requerían silencio en toda su amplitud, pero aquí estoy de nuevo, para compartir este pequeño espacio con vosotros. Al quedarme a solas con el Evangelio de hoy me detenía en la frase que sale de la boca de los demonios "Tú eres el Santo de Dios". Me preguntaba cuántas veces salen de mi boca palabras "bonitas" dirigidas al Señor, pero que muchas veces no se traducen en amor y en entrega a los demás. Quizá una bonita petición para este día podría ser que mi amor no se pierda en palabras. Y me llamaba la atención la autoridad de Jesús y la fuerza de la expresión "Cállate y sal de él". Qué bien hace a nuestro corazón poner delante de Él todas esas cosas, situaciones o personas, que de un modo u otro nos esclavizan, nos hacen enmudecer o nos acorralan, nos aplastan o sacan lo peor de nosotros, para que las silencie y las libere quien puede de verdad hacerlo. G...

La tranquila convicción de Juan

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Jesús va hacia Juan. A este no le pasa desapercibido, aunque Jesús se mezcla entre todos, como uno de tantos. El Señor nos sale al paso en rostros inesperados, en situaciones cotidianas, en historias con sabor a lo de cada día. A veces, no tenemos los cinco sentidos tan atentos como Juan. Juan cuenta lo que ha visto. Quizás hoy sea buen momento para traer a la memoria lo bueno de Dios y por qué merece la pena su evangelio.  Juan nos deja esa frase que en cada Eucaristía se repite mostrándonos a Jesús: He ahí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y es que Dios, en Jesús, viene para restaurar lo que está roto, sanar lo que está herido, acabar con el pecado que nos hace tanto daño.  Señor, ayúdanos a contagiar esperanza y la tranquila convicción de Juan, de que sólo Tú eres el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 

Nuestra necesaria limitación

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Si te preguntasen de forma directa como a Juan, ¿tú quién eres? ¿qué dices de ti mismo? , ¿qué responderías?  Juan responde comparando su vida con la de Jesús. Tal vez hoy podamos poner en referencia nuestra vida con la de Jesús y preguntarnos quién somos. ¿Soy quien sigue a Jesús, quien le busca, o quien colabora con su reino? Juan admite con humildad no ser digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús, es consciente de sus limitaciones. Pero ese reconocimiento no le impide entregar su vida al proyecto del Reino. Jesús no nos necesita perfectos. Nos llamas igualmente, te fías, cuentas con nosotros. Juan no busca ser el centro, que las miradas se fijen en él, convertirse en líder. Él sabe que el Mesías es Otro, que viene detrás. Suma sus fuerzas a algo más grande. Se hace parte inmerecida, pero necesaria del Reino. Aquí tienes, Jesús, nuestras manos, todas nuestras energías, para ser  voz que clama en el desierto, en las calles , hoy y siempre.