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Mostrando entradas de marzo, 2019

Vivir sin ti

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Dios se manifiesta en la vida de cada uno de muy diversas formas. Si queremos reconocerle es necesario que nos acerquemos a él  siendo conscientes de nuestra pequeñez y con profundo respeto, si no seremos incapaces de encontrarlo. Los que se acercan a preguntar a Jesús en  el pasaje del Evangelio de hoy, no le traen un interrogante vanal. Ante las desgracias que suceden a nuestro alrededor solemos ser muy rápidos en concluir que el mal es una especie de castigo divino. Jesús presenta la imagen verdadera de Dios, un Dios bueno que no puede querer el mal, y nos advierte que no debemos pensar que lo malo que le sucede a alguien sea efecto de las culpas personales de quien las sufre. Jesús sitúa a sus  oyentes en la perspectiva de la conversión. Las desgracias, lo negativo que nos ocurre no deben crear en nosotros la necesidad de buscar culpables, mas bien deben ser una ocasión para fortalecer en nosotros el deseo de cambiar de vida, de librarnos de la autosuficien...

La sorpresa del perdón

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Si en algún momento nos preguntáramos la reacción de Dios ante nuestro pecado, una muestra la  tenemos en la parábola del hijo pródigo. Después de contemplar este pasaje  no nos puede quedar duda de que nuestro Padre está siempre dispuesto a perdonar, a esperar que volvamos a casa después de habernos ido con afán de suficiencia, exigiendo, o cuando después de años a su servicio nos hacemos por fin conscientes de que lo suyo es lo nuestro y hemos vivido como criados sin disfrutar del ser hijos. Él siempre ha estado y estará esperando a la puerta. Y es que así es nuestro Dios, con Él no es necesario llamar a la puerta. Sale corriendo, no para reprochar nada, sino para cubrirnos de abrazos y besos. Esa es la sorpresa del perdón. Un Dios que ve, se conmueve, que casi no te deja "soltar" el discurso que traías preparado, porque El ya sabe. Si acaso nos seguimos preguntando contemplemos a este Padre que te acoge, te  perdona, te ama y lo celebra contigo.

Como en tiempo de José

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Como en tiempo de José, sigue existiendo la envidia, la incomprensión y el odio. Por desgracia, seguimos arrebatando a muchos de nuestros hermanos su esperanza, su alegría...su dignidad. Como en tiempo de José, siguen existiendo personas que sueñan con un futuro mejor, y luchan por crear nuevas posibilidades para ello.  Pero, como en tiempo de José, esos soñadores estorban por la belleza de la novedad que generan a su alrededor. Como en tiempo de José sigue habiendo pozos vacíos donde pretendemos encerrar a  quienes ya no les queda más que la propia vida.  Como en tiempo de José pocas monedas bastan para crear expectativas de una vida mejor en el primer mundo jugándose la vida en una patera o para manipular a un indefenso o para prostituir a una niña… Como en tiempo de José, aun quedan personas que interceden por  los otros... Como en tiempo de José sigue habiendo padres que aman a sus hijos, e hijos que aman a sus padres. Y nosot...

Y tú, ¿por qué luchas?

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Qué a gusto nos sentimos muchas veces cuando nos vemos en algún puesto importante, da igual en qué ámbito. Parece que nos entra el " gusanillo" de querer seguir escalando, sentirnos admirados, queridos... quizá  envidiados... Y Tú, con tu incomparable capacidad para sorprender, nos hablas de subir, pero a  Jerusalén, camino de la incomprensión y de la cruz. Queremos sentirnos capaces de sentarnos  a tu derecha o a tu izquierda, nos arrogamos esos puestos de privilegio, sin darnos cuenta que estamos pasando por encima de los demás. Y Tú, nos das ejemplo de acariciar enfermos, restaurar vidas rotas, abrazar heridas, lavar pies que se sienten indignos, dando cabida a todos. Nos dejamos la piel pretendiendo controlar, alcanzar prestigio, autosuficiencia... Y Tú nos hablas de servicio, de entrega, de dejarnos en tus manos, cómo Tú te dejaste en las del Padre. Y, en nuestro interior, se produce la constante lucha entre la ambición y la humildad, el pode...

Vivir a la escucha

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Hay un importante paso previo a la acción, vivir a la escucha.  Muchas veces en nuestra relación con Dios creemos que lo importante es actuar, especialmente en este tiempo de Cuaresma...ayuno, limosna, abstinencia... creemos que lo de Dios tiene que ver con actuar, con hacer. Y nos sumergimos en activismo sin descanso, sin dejar espacio a la Palabra... Hablamos más, escuchamos menos... Intervenimos mas, acogemos, menos...   Jesús hizo una parada para escuchar una voz, una voz que le recordaba cual era su identidad: Tú eres mi hijo, el escogido. También hoy la voz del Padre me invita a vivir como hija.  Frente a tantas voces que pretenden frenarte, palabras que hieren y que nos dicen que valemos poco, dejemonos llenar por esa voz, Tu eres mi hijo. Cuaresma es tiempo de hacer un alto y ponernos a la escucha de un Dios que nos invita a vivirnos como únicos. Dejemos que su voz  acampe en lo más íntimo de nosotros y nos renueve.

Amar sin límite de duda

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Jonás, es enviado a Nínive para anunciar la conversión. Quizá, como él, a veces pueda sentirme sobrepasada por la tarea que el Señor pone en mis manos u otras, me resista a creer que en aquello que me provoca dolor o desconcierto, Él quiera hacerse presente o me sienta incapaz de acoger la invitación de salir al encuentro de aquellos a quienes siento lejos o me han herido. Jonás anuncia una palabra de conversión, un reorientar la vida hacia el Señor, volverse hacia su amor. Los ninivitas acogen ese movimiento. Tal vez el Señor, en esta Cuaresma, me está invitando a dejar que su palabra ponga en movimiento esas partes de mí que están replegadas, que aún me resisto a exponer ante su mirada. Acoger hoy tu palabra supone un salto a ir más allá de toda duda que impide un encuentro con tu amor compasivo, que siempre espera mi regreso, así como estoy en cada momento.Que pueda dejar que tu amor entrañable me mueva a amar sin límite de duda.

Palabras, palabras

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La lectura de Isaías nos regala hoy palabras frescas, llenas de vida y esperanza, que remueven, que alivian. En nuestro día a día estamos rodeados de palabras que muchas veces no dicen nada o, peor aún, nos llenan de desaliento, nos intentan destruir o simplemente no nos dejan crecer como personas. La Palabra de Dios me busca, quiere algo de mí y me pregunto si tengo la vida preparada y dispuesta para acogerla como la tierra de la que habla Isaías. Solo si colaboro, si escucho atenta, si preparo "mi tierra", la Palabra podrá enraizarse en mí y empapar lo que no acaba de ponerse en marcha. Esta palabra de Dios quiere de mí una vida plena, dispuesta siempre al cambio, una identificación progresiva y auténtica con su mensaje, que no me deje adormecer por otras palabras que no trasmiten movilidad, sino todo lo contrario, pasividad ante quien espera. 

Inventario

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Quizá al leer el Evangelio de hoy podemos caer en la tentación de pensar en hacer una especie de "inventario" de aquello que he cumplido o no he cumplido respecto a lo que dice Jesús. Creo que la invitación de Jesús va más allá, hasta caer en la cuenta de cómo Él se me quiere acercar en el rostro y en las vidas de aquellos que menos espero. Quizá, más que responder a qué tengo que hacer o dejar de hacer, la respuesta que se me pide en esta Cuaresma tiene más que ver con la pregunta de hacia dónde y hacia quiénes estoy centrando mi mirada.  Quizá, en estos últimos momentos del día, sería bueno dejarse invadir por esa llamada a dirigir el corazón hacia una compasión activa y una actitud más contemplativa, desde el reconocimiento de aquello y de aquellos que hoy me siguen mostrando la presencia de Jesús en mi vida.

Un mensaje de elección

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Hoy se pone ante mí un mensaje de elección. Entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. La cuestión de fondo es dónde quiero poner mi corazón para elegir según el deseo de Dios. Necesito luz para fijarme en las condiciones que pone el Señor para elegir la vida. Se trata de unirme a él, de escucharle, de acoger sus dones en mi vida y de seguir poniendo la vida entera en sus manos. Hoy se me ofrece de nuevo la vida, el bien, las posibilidades de poder caminar al lado del mejor compañero de camino.

Ceniza, reflejo de la vida

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Quizás uno de los mejores reflejos de la vida humana es la ceniza, frágil e inconsistente, ante la que basta un soplo para que se disperse y desaparezca. Quiero empezar la Cuaresma desde ahí desde ese reconocimiento de que yo también soy frágil, inconsistente, pequeña ante Dios y ante los hombres. Leyendo el evangelio me fijo en ese inicial "para ser vistos por ellos". Los fariseos y escribas eran buenos y hacían obras buenas. Daban limosnas, oraban y ayunaban. Pero su bondad pendía del elogio y del aplauso de los demás. Hilo del que a veces es fácil depender. Ayúdame a estar atenta.