A la luz tenue de Belén

Las lecturas que se proclaman hoy nos centran en lo que celebramos realmente en este tiempo de Navidad: el misterio de Jesús, el Dios encarnado. No hay mejor modo de acabar el año y disponernos para comenzar el siguiente, que tener presente a Jesús como centro de la historia y de nuestra vida. Para eso se encarnó, para redimirnos y comunicarnos su propia vida. Eso es lo que da sentido a todo. Terminar un año y empezar otro en el ambiente de la Navidad nos invita a pensar cómo estamos respondiendo al plan salvador de Dios. Necesitamos tomarnos algún momento, ponernos delante de Él y revivir a su lado este año, para que así nuestra historia no se desvíe de ese Niño nacido en Belén, que es la Palabra y la Verdad y la Vida. No estaría mal, a la luz tenue del portal de Belén reflexionar si nos estamos dejando iluminar por su luz, si permanecemos fieles a su verdad y si nuestros pasos se mantienen firmes en su camin...